Las Médulas
(1866) Depende del ayuntamiento de Lago de Carucedo.
(1675) Así empieza el Licenciado Molina[1] hablando de las Médulas:
Con este los casos notables acabo,
Diziendo las Torres de barro formadas,
Que Medulas son en el Reyno llamadas,
Es cosa de ver, asi las alabo:
Hechas de suyo en un monte muy bravo,
Cerca de aquellas vereis una cueva,
Que aunque su entrada por muchos se prueba,
Ninguno se esfuerza llegar hasta el cabo.
Cosa es notable de ver estas Torres, que llaman Medulas, que son entre Valdiorres, y Ponferrada, son unas Torres macizas de barro sacadas de una sierra , y tan perfectamente hechas con sus chapiteles como si fuesen labrados a pico, seran cinco, o seis, en las quales no ay otro material, sino un barro muy colorado, no tienen ningun hueco, quieren dezir que las muchas aguas cabaron aquella sierra, y quedaron hechas aquellas Torres, lo qual si asi fuera, no huviera en ella aquella perfección: otros quieren dezir que aquí avia grandes minas de oro parececlaro: porque en la ribera del Sil, que pasa junto a esta medulas se hallan mas oro que en ninguna otra parte, cerca de aquí esta una espantosa cueva, a cuyo fin ninguno ha llegado, ni se sabe lo que es mas de que avrá treinta años que anduvieron unos hombres tres dias dentro della, y llegaron a un arroyo muy hondo; y no podiendole passar se bolvieron, según es notorio en aquella tierra, en la qual esta un lago, que llaman de Carocedo, que terna casi una legua en torno, el qual tiene hondas, y braveza como la mar: andan varcos por el do ay muchos pescados, y grandes; pero muy enfermos, porque el lago es muy lodoso.
En la página web del museo virtual del CSIC: https://museovirtual.csic.es/salas/paisajes/medulas/ruina_med.htm, enumera diferentes textos donde Plinio El Viejo plasma los procesos de extracción del oro y cómo se hizo en Las Médulas para formar las Torres enunciadas por el Licenciado Molina. Elegimos algunos que nos interesan y el lector puede disponer de la totalidad en dicha página:
Texto 1: «En nuestro mundo […] el oro se extrae de tres modos: en primer lugar en las partículas [o pepitas] de los ríos , como en el Tajo en Hispania […] , y ninguno es oro tan puro, ya que está pulido por la corriente y el flotamiento. Se extrae de otra forma mediante pozos o se busca derrumbando los montes . Hablemos, pues, de estos dos sistemas […]«
Texto 3: «El tercer procedimiento supera al trabajo de los Gigantes; las montañas son minadas a lo largo de una gran extensión mediante galerías hechas a la luz de lámparas, cuya duración permite medir los turnos y por muchos meses no se ve la luz del día. Este tipo de explotación se denomina ‘arrugia’ A menudo se abren grietas, arrastrando a los mineros en el derrumbamiento […] Por ello se dejan numerosas bóvedas de piedra para sostener las montañas. En los dos tipos de trabajos se encuentran a menudo rocas duras; se las hace estallar a base de fuego y vinagre [o agua] , pero a menudo, como en este caso, las galerías se llenan de vapor y humo; se destruyen estas rocas golpeándolas a golpes de martillos que pesan 150 libras [unos 50 kg .] y los fragmentos son retirados a las espaldas de hombres, […] Acabado el trabajo de preparación, se derriban los apeos de las bóvedas desde los más alejados; se anuncia el derrumbe y el vigía colocado en la cima de la montaña es el único que se da cuenta de él. En consecuencia, da ordenes con gritos y con gestos para poner en aviso a la mano de obra y, a la vez, él mismo baja volando. La montaña, resquebrajada, se derrumba por sí misma a lo lejos, con un estruendo que no puede ser imaginado por la mente humana, así como un increíble desplazamiento de aire […]»
Texto 4: «Las tierras que en el anterior sistema [pozos o minería convencional] se evacuan con gran trabajo para que no ocupen los pozos, en éste [ruina montium o arrugia] son transportados por el agua. El oro obtenido mediante la arrugia no se funde, sino que es oro al instante […]»
Texto 7: «Todavía queda otra tarea en el llano. Se excavan unas zanjas por las que discurra la corriente, se denominan ‘agogae’, que se cubren a intervalos con urces [especie de planta de brezo]. Se trata de un arbusto semejante al romero, áspero y que retiene el oro. Los laterales [de las agogae] están cerrados con tablas y por las zonas accidentadas los canales van suspendidos. Fluyendo de esta forma, la tierra se desliza mar adentro y el monte se diluye en él, […] La urz [brezo] se seca, se quema y la ceniza se lava en un cauce de césped herboso para que se deposite el oro. […]»
Se seleccionaba la sección de la montaña que se quería abatir por medio de una red de canales situada en el plano que limitaba dicha sección. Durante varios días se inundaba la zona señalada con el propósito de reblandecerla, produciendo así un plano de fractura.
A continuación se ahuecaba una zona de forma aproximadamente esférica en el centro monte seleccionado para producir su «ruina«. Se introducía agua a presión por la parte inferior de la citada cavidad lo que producía la compresión del aire almacenado cuya presión aumentaba al disminuir el volumen de acuerdo con la ley de Boyle. Cuando la presión interior superaba la resistencia del terreno se provocaba la «ruina montium«, produciéndose la expansión de aire comprimido con un el increíble desplazamiento de aire que señala Plinio.
La fuerza que provocaba las explosiones provenía de la presión del agua, que necesitaban en abundancia y situada a una altura necesaria para que la presión en la cueva principal fuese suficiente. Para disponer de este agua los romanos construyeron una extensa red de canales (corrugi) de más de trescientos kilómetros de longitud total, que traían agua desde las cotas más altas de los Montes Aquilianos, e incluso desde las cuencas del Sil y del Duero. El agua se recogía en embalses (stagna) situados en las cotas altas de Las Médulas.
Enrique Gil y Carrasco[2] visita las Médulas en otoño de 1840: El viajero que se dirija á Orense por la orilla izquierda del Sil, después de atravesar los fértiles pueblos de Toral, Villalibre, Priaranza, Santalla y Borrenes, se encuentra con un lugar de pobre y mezquina apariencia. La miserable aldea es la que tiene el nombre de Las Médulas, y la montaña es probablemente el Monte Medúleo, uno de los más ricos almacenes de oro que la naturaleza abrió á los romanos en este suelo, testigo de su grandeza y de sus crímenes.
Sobre este Monte Meduleo hay diferentes opiniones de su ubicación, aunque la opinión mas versada es que se trata del lugar de las Médulas y sus contornos bercianos y gallegos. En este monte ocurrió la terrible lucha que mantuvieron los cántabros contra las legiones romanas de Antisio, a quien confió su exterminio Octavio Augusto, enfermó a consecuencia de la lucha tenazmente sostenida por aquellos contra los invasores. Este hecho se recogía en los cantos que durante largos años realizaban danzantes que tomaban parte en las fiestas tradicionales de dichos pueblos, y muy singularmente en las comedias por ellos representadas.
Ramón[3] Álvarez de la Braña analiza el CANTO o romance antiguo cuya copia literal debemos al afecto de nuestro distinguido é ilustrado amigo don Manuel García Buelta, residente en Ponferrada, por los nombres de los pueblos que nombra de Galicia y del Bierzo, y alguno de ellos que toma el significativo nombre de Médulas, el cual, por la posición que ocupa en lo mas áspero de las montañas de la región galaica, es natural fuese elegido por los hijos del país para en el defenderse de los romanos. Y estamos conformes con la robusta opinión del eximio historiador de Galicia, señor Murguía, respecto á “que el nombre de Medulio no es el apelativo del monte en cuestión, sinó que sirve para indicar que pertenecía á la región ocupada por los médulos,» y que los pueblos del vasto convento asturicense pertenecían á la Galicia actual y á la región del Bierzo, unida todavía por la tradición y por el lenguaje á la gran familia gallega”.
El romance consigna el hecho con la mayor minuciosidad, dadas sus exiguas proporciones, y está conforme con el relato que hacen los más acreditados historiadores antiguos. Los cántabros, perseguidos por las huestes romanas, se reunieron en el celebre monte, lo circunvalaron de profundo foso, y allí, agotados sus recursos, se dieron la muerte, arrojándose los más á una grande hoguera y tomando otros el veneno extraído del tejo.
De las mujeres é hijos, nada dicen las descripciones históricas; pero el romance refiere que aquéllas fueron cautivas y maltratadas por los vencedores:
¿Do foron os homes
fillas et peculio?
intra nostras cobas
du monte Medulio
—
E pois o Romao
a morrernos veu,
morran elos, canes,
n’as cobas Momao
—
Na monte Biobra
campan nosos homes,
et porque sunt poucos
nengun aló sobra
—
Auxiña Pomares
fortes nos fecimos,
et cum os paxáres
nos queimaron(1) vivos
(Nota 1, pág 293 según la tradicción nos queimamos vivos)
—
Intra nostras cobas
e intra os hortos
quedaron os homes
tooiños mortos.
—
Et nostras mulleres
e as nostras fillas
queidaron ¡cuitadas!
tooiñas cautivas
—
et aquelos loubos
do quer las mordían,
et elas ¡poubriñas!
¡xemian… xemian!
Las Médulas es bastante pobre, en el documento: Probanza del año 1674: Pleito del Monte llamado de las Médulas, entre el lugar de Yeres y el de las Médulas”, se demuestra que si le quitan el Monte a los de las Médulas su ganado vacuno y de cerda se morirán. Yeres tiene hierba en abundancia e incluso en la sierra de Sotillo (la Cabrera) donde pone vaquero para guardar sus bueyes y tiene la primacía sobre la sierra, de tal forma, que aquellos forasteros que quieran entrar con sus ganados han de pagar sus tributos al vaquero que las guarda y al concejo de Yeres. Y Médulas no tiene suficiente hierba y se la compra a los vecinos de Carucedo. En este año de 1674 le toca aforar el Monte y Yeres con artimañas y testigos falsos se adueña del Monte.
En el mes de noviembre de 1674 se reúnen en la villa de Salas de la Rivera: el señor juez ordinario de la villa de Salas don Francisco de Lossada y Sotelo; el escribano originario don Andrés López Arias; y Thirsso Rodríguez Méndez escribano de su majestad y del número en Cabrera Baja en representación del concejo de Yeres en esta Probanza[4] . Estudiado el caso se elabora un cuestionario con 10 preguntas para interrogar a los testigos que presenta el concejo de Las Médulas, éstos contestan a cada una de las preguntas del cuestionario y por ellas nos enteramos que el concejo de las Médulas no tiene hierba suficiente para todo el año y se la compra a los vecinos de Carucedo; también que sólo tiene una fuente para servicio del pueblo y por lo tanto no tiene molinos, aunque hay un testigo que asegura que en Las Médulas hay dos molinos que muelen en época de invierno del agua de unas charcas que se alimentan del agua de lluvia.
En este pleito los testigos aportan datos tan interesantes como que los habitantes de Médulas para moler el trigo van a Toral de Merayo donde tardan 2 horas; a San Esteban de Valdueza que tardan 3 horas y a Valdefranco que tardan 4 horas, y el transporte del pan lo hacen sobre sus propios hombros, Matías Ares vecino de Salas de la Rivera dice: “ … y ban á moler al lugar de Toral de Merayo y a Baldefrancos que ay quatro leguas[5] de distanzia y el testigo a encontrado a algunas perssonas de las Medulas con el pan á los hombros beniendo de moler y esto lo save el testigo por lo ver ser y passar assi y rresponde”.
Enrique Gil y compañía, deciden entrar en los enmarañados laberintos subterráneos; para ello, consiguieron un guía que todo su atavío consistía en unos pantalones de lienzo blanco, una chaqueta que llevaba echada por encima de los hombros y un pañuelo rodeado á la cabeza. Iba descalzo, y aunque cuando le mirábamos se apoyaba con más fuerza en su palo y deslizaba alguna indirecta sobre el estado de sus pies, el hecho es que con ellos desnudos caminaba sobre los erizos de las castañas y los garranchos; su nombre era Ferrascús que con su escaso traje blanco y su cuerpo compuesto al parecer de raíces, según era de flaco, iba delante á cierta distancia con una vela encendida en la mano, y envuelto en su moribundo resplandor, parecía el alma en pena de algún hambriento esclavo que andaba en busca de las sobras del festín de sus señores de las malezas, como si pisara una mullida alfombra turca.
Ferrascús los llevó por las galerías interiores. El que iba delante se asomó á la rústica ventana; pero retrocedió sin color y turbado, no sin razón á la verdad porque había visto á sus plantas el abismo. Era un despeñadero de más de doscientos pies perpendicularmente cortado, y los castaños del valle parecían albahacas, cabras los bueyes y muchachos los hombres que se ocupaban en recoger la castaña.
Visitaron la mina de plata llamada Palomera, cercana a Salas de la Ribera. Una gruta en el desfiladero de La Balouta llena de bellísimas estalactitas y plantas petrificadas. Aquí despidieron a Ferrascús.
- MOLINA, licenciado (1675): Descripcion del Reyno de Galicia y de las cosas notables del. Dedicado a Benito Suarez parada, Alarife de la muy noble villa de Madrid. Compuesto por el Licenciado Molina. Con licencia en Madrid: por Roque Rico de Miranda, año de 1675. ↑
- PINO, Joaquín del y VERA É ISLA, Fernando de la (1883): Obras en prosa de D. Enrique Gil y Carrasco. Tomo II. Madrid, 1883. Bosquejo de un viaje a una provincia del interior. Capitulo II, pág. 332 a 334. ↑
- ÁLVAREZ DE LA BRAÑA, Ramón (1894): Galicia, León y Asturias. La Coruña, 1894. Pág. 293: Un canto heroico ↑
- “Probanza del año 1674: Pleito del Monte llamado de las Médulas, entre el lugar de Yeres y el de las Médulas”, documento particular propiedad de doña Sofía Rodríguez Fernández. ↑
- RAE 1734: “Medida de tierra, cuya magnitud es muy varia entre las naciones. De las leguas españolas entran diez y siete y media en un grado de círculo máximo de la tierra; y cada una es lo que regularmente se anda en una hora”. ↑